Empezar la mañana con una mimosa a las nueve y media es la promesa de un día que cambiará de estándar a magnífico. Y así es como arranca el Desayuno Maricel presentado la primera semana de mayo en el hotel que le da nombre: una propuesta cercana al brunch, con un giro que lo ancla más a la isla, tanto en producto como en algunas elaboraciones, para disfrutar, precisamente, de la magnífica terraza sobre el Mediterráneo en el que se sirve. Diez pasos con combinación de batidos, platos de cuchara, de tenedor y cuchillo y, sobre todo, de pequeños bocados que demuestran la versatilidad de Dennis Kehl, nuevo chef del hotel y responsable de mantener el listón del que fue considerado, en 2004, El mejor desayuno del Mundo en Madrid Fusión.
Subiendo la intensidad
La propuesta, dividida en tres bloques con título mallorquín, va aumentando la intensidad, no sólo en sus sabores sino en sus elaboraciones y combinación de ingredientes y, por ende, en el recuerdo que deja en el paladar.
Da-li Cebes lo constituyen tres smoothies: de jengibre y cúrcuma con naranja y aceite de oliva; de açaí, plátano y arándanos; y de espinaca, apio y pera. Del sistema inmunitario al energizante para preparar para las dos horas que los sabores y el saber hacer de la cocina de Maricel mantienen pegados a la silla.
El Capifico gastronómico empieza va de la ensalada de frutas y verdura al cochinillo con demi-glace y ragú de manzana, pasando por el salmón marinado con remolacha y focaccia, la ensaïmada con sobrassada y albaricoques, el sorbete de mandarina con espuma de palo y el huevo con salsa holandesa. Un arco iris de sabores, colores y texturas que convierte la experiencia en un espectáculo visual y un abanico de propuestas que dejan poso en la memoria gustativa del comensal.
La propuesta termina con Això es mel, la rúbrica dulce para dejar el mejor sabor de boca, acompañada por el correspondiente café. Porque un desayuno sin café es imposible de concebir. Menjar blanc en forma de panna cotta con helado de algarroba, tartaleta de fruta de la pasión con vermut Muntaner y los delicados petit fours sobre una isla de Mallorca, que cierran el círculo de una propuesta más cercana al desayuno bruch que al menú degustación, que invita al pasar de las horas pausado, disfrutando de cada bocado y de cada paso con calma, en la privilegiada terraza sobre la Bahía de Palma.