Kiko Martorell, chef de Ca’n Boqueta, en Sóller, tiene claro que “comer no debería ser un privilegio, sino un derecho básico para todos”. Con esta premisa, no ha tenido dudas a la hora de unirse, un año más, a la campaña solidaria de Restaurantes contra el Hambre, impulsada por la ONG Acción contra el Hambre. La iniciativa convierte uno de los platos del menú en un plato solidario, destinando entre 0,5 y 2 euros de la comanda al proyecto, que da de comer a miles de familias de toda España en situación precaria.
Durante dos meses, del 15 de septiembre al 15 de noviembre, Kiko une su nombre y el de Ca’n Boqueta a los de Quique Dacosta (Quique Dacosta, en Dénia), Susi Díaz (La Finca, en Elche) o Pedro Subijana (Akelaŕe, en San Sebastián), entre más de 4000 restaurantes, bares y cafeterías de todo el país. De hecho, desde Ca’n Boqueta no invierten en publicidad, pero sí en campañas solidarias. “Si desde nuestro pequeño restaurante podemos contribuir a poner un grano de arena en este tipo de iniciativas y a dar visibilidad a un problema como el del hambre, lo hacemos con mucho gusto y todo el compromiso”, afirma.

Para el chef, sumarse a esta causa es “un orgullo”. No escatima palabras para decir que “mientras unos disfrutamos de una cocina creativa, otros no tienen ni un plato al día. Tenemos que combatir el hambre con conciencia”. Aunque su actitud no es un gesto aislado: su cocina demuestra en cada servicio que se puede trabajar con producto local, de mercado y alta calidad, y a precios asequibles, una política que le ha valido el reconocimiento Bib Gourmand de la Guía Michelin.
Si algo caracteriza al chef de Ca’n Boqueta es que es una persona consecuente. Su mensaje se cuenta en sus platos: aprovecha al máximo el producto y procura un desperdicio mínimo. Está convencido de que “desde la alta gastronomía podemos ayudar a combatir este problema, reduciendo el desperdicio hasta el mínimo”, explica. Y añade que, entre otras funciones, “la alta gastronomía tenemos que dedicarnos a eso, y dar visibilidad a estas campañas para sumar entre todos”.
También la transmisión de valores y la educación en la cocina. “Desde dar recetas de aprovechamiento de producto a organizar talleres, y con medidas sostenibles en el uso de energía, agua y otros materiales”. Además, “tenemos que apoyar el producto local y a los pequeños productores, y trabajar con las administraciones para fomentar el impulso de políticas alimentarias más justas”. Por eso se une a iniciativas como estas. “Cada plato bien gestionado, cada campaña compartida, suma. No tenemos que quedarnos quietos: la unión hace la fuerza”, afirma

