Cuando la cocina suena en la radio
Hay días en los que la radio huele a horno y a tempura. En el programa Entre Avui i Demà, de IB3 Ràdio, la periodista Araceli Bosch juega con una palabra polisémica, la desmenuza, la saborea y la deja reposar en las voces de quienes las hacen suyas.
Tal y como lo hizo Ariadna Salvador, chef de Ninumá, con la palabra «manga», esta vez les tocó a otros dos miembros de Chefs(in), Kiko Martorell, chef de Ca’n Boqueta, que habló sobre la palabra «falda», pero no de moda, sino de falda de vedella, y Juan Pinel, chef de L’Àtic, que dio vida a flor con su «flor» con su flor de calabacín.
Porque cuando las palabras pasan por sus manos, dejan de ser solo palabras, se transforman en cocina, en música y en ganas de probarlas.
Kiko Martorell - Ca'n Boqueta
La falda de vedella y el arte de cocinar sin prisas
Kiko Martorell, chef de Can Boqueta, desde Sóller, llevó a la radio una receta que huele a hogar y a otoño, una falda de vedella al horno, melosa, con tono pausado, honesta, de las que llenan la cocina de olor .
Una pieza humilde, pero sabrosa, con su grasa justa y todo el sabor que da el tiempo. “Cocción lenta y fuego lento”, dice Kiko, y no hay mejor definición para su forma de cocinar, y de estar en la vida. Marinado la noche anterior, vino tinto, hierbas mediterráneas, paciencia y horno a 150 grados. Entre 3 y 4 horas después, la carne se deshace, la salsa baila y el plato se convierte en un abrazo.
Lo cuenta como quien enseña un secreto de familia, entre bromas, consejos y esa naturalidad que lo define. Porque en su cocina no hay trucos, solo producto, cariño y fuego del bueno.
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Juan Pinel - L'Àtic Restaurant
Flores, porc negre y una tempura con ritmo propio
Juan Pinel, chef de L’Àtic Restaurant, desde las alturas de Palma, subió la intensidad con una receta de esas que entran por la vista y terminan conquistando el paladar, flor de calabacín rellena de porc negre, frita en tempura y servida con espuma de sobrasada, miel y tap de cortí.
Suena a fiesta, y lo es. Una receta con contraste y juego, que se come con las manos, una cerveza, vino o lo que cada uno prefiera. Pinel explica cada paso con el entusiasmo de quien juega mientras cocina: deshuesar, picar, rellenar, freír al punto exacto para que la flor siga crujiente y la carne quede tierna.
“Lo importante es el producto, porque sin producto no hay cocina”, explica Juan. Y así, entre sifones, caldos y el toque dulce de la miel, consigue convertir algo sencillo en una experiencia que te hace sonreír.
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Entre uno y otro, lo que se escuchó fue pura magia, tradición, ingenio y respeto por el producto local que los une.
Dos estilos distintos, pero la misma pasión, la que se mete en el cuerpo como una canción bien maridada con vino.