Maridajes perfectos

Pocas expresiones artísticas maridan tan bien como la gastronomía y el cine. Cada plano, interpretación, montaje, ingrediente, elaboración y presentación, van dirigidas en un mismo sentido: la emoción del que la disfruta. Y, en el caso de películas con o sobre gastronomía, la simbiosis entre ambas artesanías es completa: películas que se paladean y platos que cuentan una historia. Pocos pueden imaginarse el ratatouille sin ver a Anton Ego volviendo a su infancia en la película de Pixar, o pensar en las codornices con pétalos de rosa sin emocionarse con la pasión de Como agua para chocolate. En Chefs(in) nos encanta emocionarnos, así que no podíamos más que organizar un evento que las uniera a ambas. Y Arabella Restaurants nos dió la oportunidad de hacerlo realidad en Son Muntaner, uno de sus campos de golf, y Na Capitana, el nombre del restaurante del club. 

México, principios del siglo XX. Tita y Pedro viven un amor imposible, bajo la atenta y dura mirada de Mamá Elena. Un amor explicado a través de los platos que ella le prepara a él y que representan lo que siente al estar a su lado. Esta sinopsis sirvió como centro para proponer Como agua para chocolate, la película de nuestra primera cita de Cine&Cena. El film de Alfonso Arau, estrenado en 1992 con una lista interminable de premios, es un festín para las emociones y los paladares, y una historia perfecta para iniciar una lista de maridajes cinematográficos y gastronómicos, que seguro ampliaremos con el tiempo. 

El cine, sobre el césped del campo de golf, con inestimable ayuda de Coca-Cola en la infraestructura de asientos y el servicio de bebidas, fue el punto de partida de una noche que se inició con las palomitas (no podían faltar) de Ariadna Salvador, aderezadas con achiote, pimienta rosa, chipotle y lima, que añadían el punto picante y cítrico de una película con todas las piezas.

No sabemos si, igual que Tita, Ariadna, Javier Hoebeck y Miquel Calent fueron empujados a este mundo por un torrente de lágrimas al nacer. Lo que sí sabemos es que sus manos, su imaginación y su cinefilia, les llevó a construir un menú que añadía contenido a la historia y lo vinculaba, a partir de ingredientes locales, a Mallorca. Cada uno con una cocina distinta y una narrativa diferente, convirtieron la experiencia en algo más que una historia de amor.